¿Qué se juega el uno de junio?
Por: Óscar Tamez

El uno de junio se juega además de la selección de candidatos al Poder Judicial, el liderazgo de los partidos políticos y sus grupos.
La elección no resulta atractiva para los ciudadanos, habrá instalación de menos casillas con relación a una ordinaria y está acotada la promoción de candidatos, sumado al enredo llamado boleta, en suma, la crónica de una elección malograda.
Como los votos se contarán en lo oscurito es probable que tengamos una elección preñada (término de elecciones de Estado, me han contado) para alcanzar el 20% de afluencia, lo cual según mis propios cálculos sería el techo de votación, considerando un proceso impecable y fluido (algo utópico).
Morena movilizará y quizá opere el “carrusel” para garantizar votantes y votos; en el país la mayoría de gobernadores son afines a la 4T por lo que tienen el compromiso de llevar votantes a las urnas.
La oposición seguramente tiene sus propios candidatos a impulsar y aplicará la misma estrategia para asegurar el triunfo de alguno de sus candidatos a jueces, magistrados o ministros, claro, siempre está la opción de una operación electoral para inhibir el voto con lo cual sería su triunfo.
La 4T se juega su capacidad de movilización, quienes aspiran a algo más, ya engrasan la maquinaria para sacar a sus grupos, de lo contrario, con una elección desairada, la derrota se endosará a la líder moral de la 4T y su equipo cercano.
La elección difícilmente alcanzará el 20% de electores en las urnas (el techo electoral), esperemos que no quede en el 5% anunciado en las mañaneras. Cualquier número superior al 20% será un desfiguro que ayudará a deslegitimar al proceso.
La oposición tiene dos opciones individuales o aplicadas en paralelo. Primero: Movilizar a sus votantes para que estén temprano en las urnas y sustituyan a los miles de funcionarios que no acudirán el domingo a desempeñar su encargo electoral y así tener voces autorizadas para devaluar los números que ofrezcan en lo oscurito las autoridades electorales.
Segundo: Además de los miles de observadores que se infiltraron, colocar cámaras, drones, encuestadores, personas con cámaras y más estrategias donde graben las afluencias a las casillas y con evidencias, demuestren que los votos contados no cuadran con la gente que acudió a la urna.
La batalla no está en ver qué candidatos ganan, esos ya los conocen los grupos de poder, la disputa está en cuál de los equipos derrota en la estrategia del día “D” a su opositor. La 4T con la meta de legitimar con votantes y votos y la oposición a demostrar que son falsos los números ofrecidos.
En el país hay 100,537,828 electores, al corte del INE del 10 de abril de 2025; se instalarán 84,021 casillas y en cada una tendrán dos o tres mamparas para cruzar la boleta. Se estiman cinco minutos por cada votante en la mampara, en diez horas de votación (8:00 a 18:00 horas). Imaginemos que por cada hora votarán aproximadamente 28 personas, 280 totales en la casilla (utópico). Esto multiplicado por 84,021 casillas arroja 23,525,880 mil votantes efectivos, es decir el 23.04% de los electores totales.
En este mundo ideal implica que todas las casillas abrieron a tiempo, que no hubo mapachadas para inhibir su apertura ni funcionarios ilocalizables y que no hubo tiempos muertos durante la jornada, además de siempre filas interminables de electores.
Será una elección histórica por ilegítima, desangelada, manipulada y falta de probidad democrática.