“Frankenstein”: Entre la crueldad y el más puro amor
Por Miguel Ángel Arritola
¿Alguien se podría enamorar de un “monstruo”?
Porque hay de monstruos a monstruos.
No todos son malos.
No todos son buenos.
Están aquellos que poseen cuerpos y caras perfectas pero son terribles en sus actos.
Hay otros monstruos que son construidos a base de pedazos humanos, de tiras de cuerpos que al unirlas forman a una “Criatura” aterradora en presencia pero con un corazón sensible y lleno de amor.
Por supuesto que “Frankenstein” (2025) de Guillermo del Toro no me decepcionó en lo absoluto.
Aquí hay un trabajo digno de varios Oscar.
Aquí hay un derroche de creatividad.
Aquí hay mucha pero mucha imaginación.
No sé por dónde empezar.
Si por la estética de la cinta.
Por la actuación impresionante de Jacob Elordi como la criatura.
Por el estupendo papel que nos brinda el Oscar Isaac como Víctor Frankenstein.
O por o la magia entre dulce y cruel que nos receta Del Toro en esto que yo llamo una verdadera joya cinematográfica.
“Frankenstein” marca el regreso del cineasta tapatío al mundo del terror gótico en la impresionante adaptación que hace de la icónica novela de ciencia ficción y terror de Mary Shelley.

En esta cinta, por supuesto que Del Toro se tomó muchas licencias para hacer de este largometraje más atractivo y más vulnerable.
La lectura que nos ofrece “Frankenstein” es una punzante reflexionar sobre la naturaleza humana, sobre la oscura crueldad que se vivió y que se sigue viviendo hoy en día y abraza un mensaje sobre el amor más puro que puede brindar y recibir una persona sin importar su apariencia.
Desde el principio del filme, Del Toro pone las cartas sobre la mesa y señala a al Dr. Víctor Frankenstein, (Oscar Issac) como el verdadero monstruo de la historia, no a la criatura, (Jacob Elordi).
De hecho, la criatura, en una de las escenas más nobles de la película le dice a su creador “simplemente intento existir en una vida que nunca pedí”.
La historia tiene un duración de 2 horas y 29 minutos y está narrada en dos partes: La primera es versión del creador de la criatura y la segunda es versión de la criatura de cuando su creador lo abandonó.
Todo empieza en el Ártico, donde un grupo de marineros se topa con el Dr. Víctor Frankenstein quien acogido por la tripulación tras haberlo rescatado, aparentemente, de una criatura aterradora que acechaba en el hielo, se ofrece a contarle al capitán de los marinos su historia, a explicarle cómo llegó hasta allí y qué es realmente esa criatura.
Víctor cuenta, desde su perspectiva, cómo creó a la criatura y cómo se arrepintió de ello a tal grado de intentar matarlo.
Pero después, cuando aparece la criatura a matarlo, este pide dar su propio relato sobre su vida después de que Víctor lo abandonara.
Si alguien sabe manejar el suspenso y el terror en sus películas, ese es Del Toro y en “Frankenstein” simple y sencillamente se lució.
La estética visual es verdaderamente impresionante.
La narrativa es intensa y vibrante, provoca emociones y de alguna manera nos invita a reflexionar sobre la humanidad, la soledad y la búsqueda de aceptación.
Tengo que decir que la verdadera estrella de “Frankenstein” es Jacob Elordi. La finura y delicadeza con la que construyó el personaje es entre angelical y perturbador.
Todo él se apoya en sus expresivos ojos, mismos que destellan odio, rencor, ira, miedos y mucho amor, amor por una vida que no pidió vivir y que ahora no sabe cómo enfrentar y cómo terminar.
Como actor, Oscar Isaac es todo esplendor, hace un trabajo brillante y magnífico interpretando a Víctor Frankenstein.
Isaac logra que uno como espectador realmente odie a su personaje.
El “Frankenstein de Del Toro” es tal y como me lo esperaba, todo un festín visual, con una criatura que me llevó de la nostalgia al más puro amor para un ser imperfectamente perfecto.
“Frankenstein” está en Netflix.
Y está de 10.
Y está para disfrutarse de principio a fin.
Palabra que sí.
Tomado de la Revista Ajá! con autorización de los Editores



